¡La idea de estar a solas con Dios para comenzar el día fue un ejemplo que nos dejó el mismo Jesús!
Se levantaba antes del amanecer para orar en algún lugar solitario. No sabemos de qué se trataba ni por qué, solo sabemos que era su forma de conectarse con el Padre, antes que nada.
Mientras estás quieta ante Él y meditas en estas escrituras, devociones y oraciones, experimenta la bondad de su presencia y refréscate con su paz perfecta.
Cuando pones a Jesús primero, por encima de todo, las demás preocupaciones se desvanecen. La esperanza amanece con el nuevo día. Sus tiernas misericordias son nuevas. La alegría ilimitada brota de un pozo interno. Y encuentras la fuerza para afrontar cada día con gracia para los demás y para ti misma.