- Durante una reunión familiar, una mujer se acercó y le ofreció a Jesús un perfume muy costoso; era todo lo que poseía. Este regalo perfumó el ambiente por completo y su aroma perduró durante muchos días. Gracias a su gesto, la mujer conoció a Jesús mejor que nadie en aquella casa; su testimonio se ha transmitido de generación en generación y hoy el mundo entero habla de ella. La razón es que el perfume que un cristiano exhala en alabanza a Dios llena el trono de Dios. Inconfundible, inigualable, distintivo; no hay otro igual, una fragancia única.
- Tapa Dura