- Para muchos de nosotros, la palabra en sí ya nos produce terror. No es que no deseemos ser disciplinados fí sica, mental, y espiritualmente. Pero el desafí o parece demasiado difí cil, o la motivació n tiene má s que ver con el deber que con el deseo. Y cuando se trata de nuestro caminar cristiano, no deseamos ser legalistas y só lo limitarnos a obedecer un conjunto de reglas. No se trata de eso, ¿ verdad? Barbara Hughes responde con esta alentadora realidad: el verdadero corazó n de las disciplinas espirituales es nuestra relació n con Dios. A medida que avanzamos en esa relació n, aceptando a nuestro Padre celestial y sus caminos, descubrimos que las disciplinas son la forma en que nos conectamos con Él.
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