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En algún momento de su vida, todos los cristianos nos enfrentaremos a un ataque satánico: un asalto enérgico del diablo con el propósito de dañar nuestro espíritu, alma o cuerpo. Dios quiere que los cristianos estén bajo su control, pero el enemigo nos quiere bajo su influencia, y hará todo lo posible por destruir todo lo bueno en nuestras vidas.
Satanás no es omnipotente, aun así, es un adversario muy poderoso. Sin embargo, Dios no nos abandona a nuestra propia defensa, y quiere que entendamos su poder sobrenatural y su habilidad ilimitada para ayudarnos.
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