En fuerte contraste con las visiones del tiempo tanto orientales como secularistas, reorienta nuestra propia noción de la historia, no como algo cíclico ni sin sentido, sino como algo lineal y con propósito.
En la tradición judeocristiana, el tiempo y la historia tienen sentido, y los seres humanos pueden vivir con libertad y consecuencia en colaboración con Dios.
Así, podemos intentar servir al propósito de Dios para nuestra generación, leer los tiempos y discernir nuestro llamado para este momento de la historia.